La ansiedad funciona como la alarma de un coche, cuando una persona trata de robarlo, salta, nos avisa y nos prepara para afrontar ese daño. Pero, ¿qué pasa si la alarma del coche comienza a sonar sin que esté relacionado con un ataque real a nuestro vehículo? ¿Qué pasa si comienza a sonar de manera aleatoria? Producirá en nosotros un estado de alerta crónico que no será útil y que nos perjudicará.

Así que, aunque nos parezca complicado de aceptar, la ansiedad puede ser adaptativa, pero sólo si funciona ante las señales adecuadas. Nos ayuda preparándonos para reaccionar ante el peligro de tres formas distintas: mediante la lucha, la huida o la paralización.


Compartimos este mecanismo de respuesta ante el miedo con otros animales, quizás hayas podido ver en documentales cómo diferentes animales responden quedando paralizados, luchando o huyendo cuando se sienten frente a un peligro.

Por otro lado, el cerebro humano es increíble, somos capaces de pensar sobre nuestra propia existencia, sobre nuestro propio pensamiento, somos capaces de imaginar, sin duda, son capacidades extraordinarias.

Pero, ¿qué ocurre si sumamos ambas capacidades? Pues que tenemos la capacidad extraordinaria para IMAGINAR PELIGROS. Podemos anticipar que algo malo va a ocurrir o recordar algo malo que nos ha sucedido, podemos sentir físicamente los efectos de la respuesta de nuestro cuerpo cuando imaginamos que algo malo puede suceder o revivir algo negativo que nos ha ocurrido antes. Y, en ocasiones, esos pensamientos pueden atraparnos, de manera que, a la vez que nos producen terror, no podemos “soltarlos”, dejarlos marchar y continuar con nuestro día a día. Desconectamos del presente para quedarnos atrapados en un futuro imaginado o en un pasado traumático.

Sin embargo, centrándonos en esa anticipación de algo negativo, ¿es viable poder prepararnos para todos los posibles peligros que pueden presentarse en el futuro? ¿es una manera adaptativa de vivir mantenerse en estado de alerta constante? ¿qué consigues dedicando tanto tiempo a imaginar posibles sucesos negativos? ¿qué consecuencias tiene en tu día esta “anticipación negativa”?

Si reflexionas sobre ello, es posible que te des cuenta la cantidad de tiempo que dedicas a tratar de prepararte para algo que quizás nunca ocurra. Se trata de un intento de control sobre algo que no está en nuestra mano poder controlar. Aceptar convivir con la incertidumbre es algo que puede resultar muy complicado mientras que los pensamientos de “¿y si..(no consigo esto)?” hacen su aparición en nuestra mente, desencadenando emociones desagradables como la angustia, el miedo, la rabia o la tristeza.


No existe una receta mágica que pueda darte para aprender a manejar estos pensamientos, porque conlleva un proceso de reconocimiento de emociones y de pensamientos y, finalmente, de desarrollar una nueva manera de afrontarlos, y eso precisa de tiempo y esfuerzo. Por lo que te animo a pedir ayuda profesional en caso de que sientas un malestar intenso, duradero o muy frecuente.

Pero, puedo invitarte a probar dos ejercicios. Por un lado, como primer paso para trabajar con tus pensamientos y emociones, te invito a que pruebes a tratar de identificar cuáles son los pensamientos que están ahí presentes en aquellas situaciones en las que sientas malestar y qué emociones sientes, qué nombre le pondrías a tus emociones y dónde las identificas en tu cuerpo.

Y como segundo ejercicio, con el objetivo de que te ayude a poner distancia de tus pensamientos, te invito a que busques un momento y lugar donde puedas estar cómodo o cómoda, libre de interrupciones, y que escuches la siguiente práctica de “las hojas sobre el río”.

Realiza este ejercicio para aprender a tomar distancia de tus pensamientos.
Práctica de Mindfulness «Las hojas sobre el río». Alicia Ayuso

Ambos ejercicios van destinados a aprender a identificar nuestros pensamientos en aquellos momentos en los que sentimos malestar y aprender a relacionarnos con ellos y con nuestras emociones de manera que no nos “atrapen”, aprendiendo a tomar distancia de ellos, pero sin tratar de evitarlos.

¿Qué hacer y qué no hacer con los pensamientos y emociones que nos perturban?

Qué no hacer

No tratar de evitarlo.

No intentar detenerlo o disolverlo.

No seguirlo o aferrarse a él.

Qué hacer

Reconocerlo ¿Qué dice el pensamiento? ¿Qué nombre le doy a esta emoción?

Observar su ciclo natural: Emerge, se despliega, se desvanece.

Volver al momento presente conectando por ejemplo con nuestra respiración.

Con el desarrollo de estas destrezas, paulatinamente desarrollarás un estado de calma mayor que te permita atender mejor a la experiencia del presente.

Si estás sufriendo y necesitas ayuda psicológica, te invito a que nos contactes por teléfono o por email. No estás solo, no estás sola.

Gracias a Eva por inspirarme y motivarme a crear esta entrada.

Podemos ayudarteContacta con nosotras